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TLC con la Unión Europea: año deficitario para Colombia
 
 
A pesar del crecimiento del mercado, firmar Tratados de Libre Comercio (TLC) no asegura un desarrollo sostenible de la economía, pues si bien es cierto que en el papel se tienen puntos destacables que admiten potencializar sectores clave, no se pueden dejar de lado los intereses de sectores poco competitivos que se truecan en los perdedores de acuerdos comerciales de este talante.     
 
Raúl Ávila Forero*
Profesor de la Facultad de Ciencias Económicas - Universidad Nacional de Colombia 
 
(Bogotá D.C., 08 de septiembre de 2015) El pasado primero de agosto se cumplieron dos años de la entrada en vigencia del acuerdo comercial bilateral entre Colombia y la Unión Europea (UE). Al revisar lo que ha sucedido en la balanza comercial se puede encontrar qué sectores se han beneficiado, y cuáles se encuentran en un periodo de transición y están sometidos a desplegar estrategias que los fortalezca estructuralmente, con el fin de ser más competitivos frente al mercado, a la luz de los puntos establecidos en el marco del tratado.
 
Según lo revelan las cifras del Dane, las ventas hacia la UE registraron un total de US$9.406 millones a lo largo del 2014; sin embargo, estas han presentado una disminución sistemática que se profundiza desde los primeros meses del 2015 y no parece tener una pronta recuperación. Durante el primer semestre del presente año, las ventas por concepto de exportaciones llegaron a US$3.175 millones; este valor, comparado con el mismo periodo del año inmediatamente anterior, cuando se registraron ventas cercanas a los US$4.994 millones, presenta una caída del 36,4%. 
 
Por otro lado, las importaciones de Colombia desde la UE tuvieron una tendencia al alza, de manera que entre los meses de enero y junio pasaron de US$3.846 millones en el 2014 a US$4.014 millones en el 2015, creciendo en un 4,4%, lo que a final de cuentas representa un déficit comercial del orden de US$838 millones durante el primer semestre del año.
 
Veamos el porqué del rezago comercial: el sector minero-energético sigue consolidándose como el líder en ventas hacía la UE, con el 54% del total de las exportaciones en el primer semestre de 2015, hecho que refleja grandes riesgos a causa de la disminución en el precio del petróleo y carbón. Ahora bien, las importaciones de Colombia desde la UE pertenecen principalmente al sector industrial; se destacan los rubros de equipamiento, productos químicos, transporte y maquinaria que han aumentado sustancialmente desde la entrada en vigencia del acuerdo y representan un aproximado de 69% del total de las importaciones en el 2014; esta disposición se mantiene hasta la fecha, según lo registrado por la oficina de datos de la UE (Eurostat).
 
Dónde está el valor agregado
Este énfasis en el sector minero-energético de la economía colombiana ha traído graves problemas, ya que hemos tendido a crear economías de ‘enclave’, que no articulan una cadena de valor ni logran absorber insumos y mano de obra local de forma suficiente, pues son intensivos en capital. Lo anterior pone de manifiesto las debilidades de Colombia frente al comercio internacional, debido a su alta concentración exportadora en estos bienes. 
 
Adicionalmente, los efectos de la coyuntura internacional liderada por la disminución del precio de los commodities afectan de sobremanera las ganancias provenientes de las exportaciones que no logran ser compensadas con el incremento en las ventas del sector agrícola, provocadas por el desmonte de medidas arancelarias con criterios de acceso preferencial a ciertos bienes acordados en el TLC. Además, si se tiene en cuenta la dinámica cambiaria que atraviesa el mundo, los exportadores deberían aprovechar su posición favorable de la devaluación a la luz del acuerdo comercial con la UE, pero para esto, se debe ampliar la canasta exportadora y apostarle a sectores productivos con mayor valor agregado.
 
Y aunque el país le apueste a una diversificación de la base exportadora hacia esta zona económica, haciendo hincapié en el aumento de las ventas de productos no-tradicionales y de servicios, estamos lejos de obtener el máximo provecho a los términos acordados en el TLC con la UE. Las condiciones actuales del país en materia de infraestructura, educación media y superior, desarrollo e innovación tecnológica se encuentran bajamente desarrolladas a pesar de ser ítems transcendentales en la meta de lograr un alto nivel de competitividad; por tanto, pueden convertirse en el cuello de botella para sectores no tradicionales que deseen entrar en la dinámica exportadora del TLC-UE.
 
Se debe tener en cuenta que el proceso de fortalecimiento productivo al que debe estar sometido Colombia, si desea llegar a aprovechar el gran potencial del TLC, está fuertemente ligado al desarrollo de las micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes). Por lo cual, resulta fundamental brindarles un apoyo institucional y financiero para lograr que sean más competitivas e innovadoras, de manera que puedan superar obstáculos asociados a los altos estándares exigidos por parte de la UE. En ese sentido, se deben adoptar estrategias a mediano y largo plazo para incentivar la investigación, el desarrollo y mejora de procesos, de forma que se genere realmente valor agregado en las exportaciones, así como encadenamientos productivos sostenibles que sean motores y generadores de empleo, en especial en cadenas como la agroindustrial.
 
Así pues, luego de dos años, el TLC con la Unión Europea no ha dejado como ganador sostenido a ningún sector de la economía nacional, y sí ha profundizado la penetración de bienes manufacturados y agroindustriales europeos en el mercado local. Por ello, Colombia deberá aprovechar el abanico de oportunidades que trae consigo el comercio internacional, no para ratificarse en sus productos comercializados con tradición histórica, sino en la transformación de esta vocación exportadora a bienes de mayor componente tecnológico y valor agregado, fortaleciendo la estructura empresarial nacional, eliminando los cuellos de botella a los que se ven expuestos los sectores no tradicionales que deben convertirse en los estratégicos para la agenda nacional.
 
*Con el apoyo de David Quitián y William Escobar, estudiantes de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Colombia

 
Module CID Centro de Investigaciones para el Desarrollo

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