Bogotá D.C., 23 de febrero de 2016 (Comunicaciones FCE – CID). El pasado viernes, el Banco de la República decidió aumentar la tasa de interés de intervención bancaria en 25 puntos para quedar en 6,25 %. Esta cifra, que pasa inadvertida para la mayoría, afecta inevitablemente a todos los que tienen o piensan adquirir servicios bancarios; no obstante, pocos relacionan esa noticia con su realidad económica. ¿Será distinto entre quienes estudian carreras en ciencias económicas? 

 

Una investigación realizada con estudiantes de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Colombia y de la Facultad de Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad Externado de Colombia, ahondó en tres criterios clave: conocimientos, actitudes y comportamientos. Se encontró que los estudiantes universitarios tienen niveles medios en sus capacidades financieras, aseguró Olga Manrique, profesora de FCE UN, en el primer Seminario CID del 2016, en el que se dieron a conocer los resultados del estudio.  

 

Entre los hallazgos, se evidenció que estos jóvenes tienen serias debilidades en el conocimiento de productos básicos de ahorro y crédito, así como en la comparación de las tasas de interés y sobre el valor del dinero en el tiempo. Les va mejor en los comportamientos, sobre todo en el ítem de endeudamiento, debido en parte a que los estudiantes no adquieren créditos formales; si se endeudan lo hacen con amigos o familiares, por pequeños montos. En cuanto a las actitudes, se destaca su interés en el ahorro, aunque este, por lo general, es de corto plazo y se utiliza con frecuencia para comprar artículos de recreación, ropa y electrodomésticos, entre otros, pero no en productos de inversión o que ofrezcan alguna rentabilidad.     

 

Además, les hace falta una mayor habilidad para planear el futuro, mantener mayor proximidad con el sistema financiero y mantenerse informados de las condiciones económicas del entorno.

 

La profesora Olga Manrique, quien lideró la investigación por parte de la FCE UN, indica que lo anterior da una idea del nivel de bancarización de los estudiantes. Asegura que para entender por qué unos estudiantes tienen mejores aptitudes en temas financieros que otros se deben tener en cuenta ciertas variables. Por ejemplo, en la indagación encontraron que quienes trabajan y están en semestres académicos avanzados poseen un desempeño más óptimo. En cuanto a género, les va mejor a los hombres. 

 

Se observa, además, que las personas con crédito educativo o una cuenta de ahorro exhiben capacidades financieras más desarrolladas, al igual que aquellas que son independientes o tienen mayor autonomía en el manejo de su dinero. Por otro lado, se detecta que la mayoría no cuenta con un fondo de emergencias, y si lo tienen, es para cubrir un periodo muy corto (una a dos semanas). 

 

El profesor Juan Camilo González, investigador de la Universidad Externado, sostiene que en términos generales se detectó que los conocimientos por sí solos no son suficientes. “Es importante tener información, pero esta no basta para que se traduzca en buenas decisiones, pues hay otros elementos de por medio”. Al respecto, por citar un caso, es diferente la actitud y el comportamiento de un estudiante cuyos padres han tenido malas prácticas en sus finanzas, a uno cuya familia tenga experiencia en el manejo de negocios.

 

“Estos resultados podrían derivar en otras líneas de estudio, como explorar el papel que juega la familia y analizar cómo desde edad temprana se pueden desarrollar elementos que consideramos determinantes en las buenas decisiones que puedan tomar los individuos. Por lo pronto, nos gustaría aplicar el instrumento de esta investigación en nuevas carreras de pregrado e, incluso, en otras ciudades”, indica la profesora Manrique.

 

En los últimos años, varios países se han tomado muy en serio incluir la educación financiera como uno de los aspectos vitales en la formación de los ciudadanos. Y es que si un país quiere crecer en su desarrollo humano y económico es indispensable contar con individuos capaces de tomar decisiones informadas para planificar adecuadamente su futuro. 

 

Para el profesor González, este tipo de formación podría haber minimizado la crisis global del 2008. “Parece existir una apuesta mundial al respecto, puesto que diversos Estados trabajan en la construcción de estrategias nacionales para capacitar a la población. Hay retos, como el de adaptar esos esfuerzos a las prioridades específicas de la política pública. Esto cobra gran relevancia para Colombia en el contexto actual, con inflaciones altas e intervenciones de las tasas del Banco de la República. Si la gente entiende mejor estos aspectos macroeconómicos quizás empiece a tomar decisiones más conscientes”.

 

El investigador de la Universidad Externado explica que en el país existe un marco normativo (Ley 1328 de 2009) que modifica ciertos aspectos del sistema financiero; entre otros, lo obliga a ofrecer educación a sus clientes o potenciales usuarios. Igualmente, en el 2011 se incluyó el tema en el Plan Nacional de Desarrollo, y hace dos años, con el Decreto 457, se creó el Sistema Administrativo Nacional para la Educación Financiera, que contempla una comisión intersectorial en la que participan entidades del sector.

 

“Más allá de la norma, en el país el desafío es cómo hacer operativa esta educación, cómo integrar y articular a los grupos de interés y quiénes serían los responsables”, dice González. Agrega que la investigación realizada entre la Universidad Nacional y la Universidad Externado se convierte en un insumo en ese esfuerzo, más si se tiene en cuenta que integró miradas cuantitativas y cualitativas, con el apoyo de visiones desde la psicología, la antropología y la sociología.

 

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