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Déficit de cuenta corriente ¿camino hacia una crisis financiera?

Quienes estructuraron el más reciente Plan Nacional de Desarrollo no tuvieron suficientemente en cuenta la importancia que tendría el contexto internacional sobre la economía colombiana, al no incluir una estrategia de política comercial. Hoy, cuando las materias primas están es su cotización más baja y la deuda externa llega al 37 % del PIB (debido a la balanza exterior y a la revaluación del dólar), son escasas las señales de la dirigencia nacional para un cambio estructural en la economía nacional. Según el profesor Francesco Bogliacino, lo anterior plantea un escenario difícil de cara al posconflicto.
   
Bogotá D.C., 16 de marzo de 2016 (Comunicaciones FCE – CID). Hace un año, cuando se sentaron las bases del Plan Nacional de Desarrollo 2014 - 2018, las expectativas oficiales parecían mucho más optimistas frente al futuro económico interno o, por lo menos, el panorama no era tan gris como el actual. Sin embargo, en ese momento varios expertos, incluidos los de la Facultad de Ciencias Económicas (FCE) de la Universidad Nacional de Colombia, advirtieron (y lo siguen haciendo) que si no se tomaban medidas para frenar el desbalance creciente de la cuenta corriente, el país podía enfrentar los riesgos de una crisis financiera. En entrevista a Comunicaciones FCE CID, el profesor Francesco Bogliacino sostiene que hoy día esa amenaza está más vigente que nunca. 
 
“Revisando los números del Plan veíamos que estaban basados en previsiones equivocadas sobre variables externas volátiles, como el precio del petróleo. Por otro lado, el Plan no decía nada respecto a la política externa, la cual está definida desde los años noventa por el tema de la apertura, muy orientada a la inversión extrajera. Sin embargo, esa política no logró que la demanda externa fuera un empujón al crecimiento, sino que ha conducido desde hace 25 años a un constante déficit de cuenta corriente, la cual ha sido compensada por la entrada de capitales foráneos; no obstante, ese flujo es a la vez deuda que puede empeorar la cuenta corriente si las empresas sacan las ganancias y no las mantienen en el país”, explica el economista.
 
Al respecto, cabe recordar que en el artículo ¿Hacia una crisis financiera?, publicado en abril del año pasado en la colección Controversias sobre Desarrollo –dedicada al análisis del PND–, Marco Missaglia, profesor de la FCE UN, asegura que es muy probable una crisis financiera en Colombia debido a un patrón de desarrollo basado en la Inversión Extranjera Directa (IED), en el sector minero-energético y en las exportaciones de bienes primarios. 
 
En el documento, Missaglia afirma que algunas de las tendencias que caracterizan a Colombia desde mediados de la década pasada son insostenibles en el largo plazo, macroeconómicamente inestables y financieramente peligrosas. Por eso, sugiere cambiar ese patrón antes de que el ajuste de la economía se dé solo a través de una fuerte contracción de la demanda interna (como sucedió con los programas de estabilización del Fondo Monetario en los años 80 y con Grecia en el 2015).
 
Tendencia insostenible
 
El profesor Bogliacino resalta que si se plantea efectivamente un problema de sostenibilidad de la financiación de la deuda –por culpa de las políticas implementadas (por ejemplo el énfasis en los TLC)–, la única posibilidad para frenar una crisis sería reducir la demanda interna, lo que llevaría a mayor desempleo, con todas las consecuencias de pobreza y desigualdad que esto conlleva.
 
“Eso es crítico para la sostenibilidad a largo plazo de las tareas pendientes que tiene Colombia de cara al posconflicto, debido a que el Gobierno tendría que recortar el gasto público. Es una solución que nadie desea, pero es la que siempre impone un contexto de libre circulación de capitales; de hecho, es a la que acudieron las autoridades europeas en la reciente crisis”, manifiesta Bogliacino. Añade que el recorte de gasto público se traduce en rebajar sueldos, disminuir el número de empleados públicos y reducir el gasto social, entre otras medidas.      
 
Tal como lo han enfatizado contantemente diversos analistas económicos, incluidos nuestros profesores e investigadores de la Facultad y el CID, el país hizo la tarea al revés: abrió su economía sin antes fortalecer la industria y diversificarla. Esa liberación prematura, como lo recalca el profesor Missaglia en su texto de diagnóstico sobre el PND, no podía más que favorecer un crecimiento de las importaciones más rápido que el de las exportaciones –las cuales, de por sí, son muy concentradas en renglones primarios volátiles–. 
 
El profesor Bogliacino recuerda que en el 2012 las exportaciones primarias llegaban al 81 %. “Esto evidencia su poca diversificación y las escasas capacidades del sector industrial y agrícola para compensar una variación del precio del petróleo. El resultado es que a pesar de una devaluación del 40 %, que haría más competitivos los productos colombianos en el mundo, lo que vemos es un empeoramiento de la cuenta corriente, debido a que el crudo y los bienes primarios tienen un impacto demasiado fuerte en la capacidad competitiva del país”, subraya el académico.
 

 
Module CID Centro de Investigaciones para el Desarrollo

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