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En el agro, “Colombia perdió su chance”*

 

 

La decisión de no hacer una reforma agraria le ha costado al país. Al no hacerlo, perdió la oportunidad de resolver su estructura agrícola y desencadenó conflictos sociales. Reflexión del canadiense Albert Berry en conferencia sobre políticas agrarias ofrecida en la UN.



Bogotá D.C., 12-mar-2012 (Agencia UN). La decisión de no hacer una reforma agraria le ha costado al país. Al no hacerlo, perdió la oportunidad de resolver su estructura agrícola y desencadenó conflictos sociales. Así lo aseguró Albert Berry, profesor emérito de la Universidad de Toronto, que dictó una conferencia sobre la política agraria colombiana este jueves en la UN. 

“Mi temor es que los años sesenta y setenta hayan sido el último chance de Colombia para resolver su problema agrario. Ahora el desafío político volvió a ser mucho más grande: además de los conflictos sociales, una reforma en este momento, cuando el país está en un 95% urbanizado, no puede tener el mismo impacto que hace cuarenta o cincuenta años, cuando era bastante agrícola”, expuso el académico canadiense. 

El experto afirmó que el principal error de Colombia fue no hacer la reforma cuando existía la oportunidad y que, de hacerse en este momento, sería menos productivo de lo que hubiera sido hace algunas décadas.

“Más que casi cualquier otro país en el mundo, Colombia ha sufrido mucho por la falta de esa estructura agrícola. Por eso, yo sigo muy partidario de cualquier mejora que pueda alcanzar la reestructuración del agro: si hay una región donde la reforma agraria todavía tiene mucha relevancia es Colombia”, expresó.

La tragedia de la oportunidad perdida 

“Siempre me pregunto si la historia de Colombia, a partir de los años sesenta, habría sido distinta si se hubieran dado las condiciones políticas para una reestructuración del agro”, expresa el profesor. 

Berry hizo un recorrido por los intentos fallidos de reforma agraria que se presentaron en los últimos ochenta años en Colombia. Explicó que el primer esfuerzo importante fue durante la presidencia de Alfonso López Pumarejo (1934-1938). Las razones para hacer la reestructuración fueron un reflejo de presiones sociales de parte de los pequeños agricultores de ciertas regiones, la posibilidad que vio López Pumarejo de ganar el apoyo político de estos grupos y algunos factores de injusticia social. 

En los años cincuenta hubo un reemplazo gradual de la agricultura ganadera por la comercial (maíz, arroz, algodón, palma africana). Tuvo lugar la agricultura capitalista, donde empresas multinacionales y personas con poder económico invirtieron en los cultivos. 

En los años sesenta, durante la presidencia de Alberto Lleras Camargo (1958-1962) y Carlos Lleras Restrepo (1966-1970), se retomó el tema de la necesidad de una reestructuración agraria, por presiones sociales de personas afectadas por la violencia y por la creación de grupos guerrilleros que pedían justicia social. 

“Para mí, Lleras Restrepo es la persona política cuyas ideas coincidían con lo que ahora, si miro hacia atrás, considero que es la posible solución de los problemas colombianos en el agro y en general. Además de incluir a una organización campesina, que es un paso necesario para cualquier reestructuración, tenía un plan que de, haberse implementado, tal vez habría sido la semilla de un gran cambio para Colombia”, declaró el experto. 

Errores del presente 

El profesor Berry dijo también que uno de los errores políticos de la actualidad en Colombia es el apoyo decreciente a la pequeña agricultura por parte del sector público. 

El potencial de esta se ve desaprovechado por la concentración de la tierra, que se propaga durante un largo periodo debido a la no aparición de algún choque político que la disminuya; a las grandes extensiones de tierra, a veces en áreas fértiles, que están dedicadas a la ganadería extensiva; y a que las pequeñas exportaciones familiares nunca han dominado las tierras buenas del país: siempre se han ubicado en las zonas marginales. 

Asimismo, el experto resaltó la importancia de los pequeños productores, cuya actividad le da vitalidad a la economía y protege el medio ambiente. Lo ejemplificó con la relación inversa que existe en la agricultura actual: cuanta más pequeña es la explotación, más alta es la productividad. 

“El avance de la productividad agropecuaria depende de las investigaciones en el tema y la difusión de información. El rol del Estado es el de apoyar los procesos de la pequeña agricultura e impedir que la investigación y la difusión quede en manos privados, con poco interés en el sector familiar”, concluyó.

*Artículo publicado en el portal digital de la Agencia de Noticias UN - jueves 8 de marzo de 2012.