
Las investigaciones sobre las maniobras cometidas por J.P. Morgan, el mayor banco de Estados Unidos, han revelado una realidad que creíamos superada: ese banco siguió recurriendo a los mismos manejos improvidentes que condujeron a la crisis financiera, aún no superada.
Artículo de opinión
Beethoven Herrera Valencia
Profesor Asociado
Facultad de Ciencias Económicas, Universidad Nacional de Colombia
Bogotá D.C. 13-jun-2012. Las investigaciones sobre las maniobras cometidas por J.P. Morgan, el mayor banco de Estados Unidos, han revelado una realidad que creíamos superada: ese banco siguió recurriendo a los mismos manejos improvidentes que condujeron a la crisis financiera, aún no superada.
El Departamento de Justicia abrió investigación, tras conocerse que la entidad perdió 2.000 millones de dólares en un negocio de derivados. Los hechos ocurrieron en Londres con derivados financieros ligados al valor de bonos corporativos, todo ello en una intrincada red de transacciones, a lo largo de las cuales los comisionistas cobraron sus porcentajes.
El director ejecutivo del Banco, Jamie Dimon, enfrentó una dura votación en la junta de accionistas, mantuvo su cargo de presidente y consejero delegado, y cobró su paquete salarial de 23 millones de dólares.
Por su parte, Ina Drew, directora de Inversiones, quien tuvo a su cargo la supervisión de la operación de Londres, cobró 14 millones, aunque debió renunciar.
¡Todo ello después de que el presidente Barack Obama anunciara topes a las remuneraciones de los banqueros!
El hecho en mención ha sido objeto de otras investigaciones, para definir si las medidas incluidas en la reforma financiera impulsada por Obama han logrado cerrar las puertas a los abusos conocidos. Tras el retiro del Acuerdo de Basilea, bajo Ronald Reagan, los bancos estadounidenses quedaron con las manos libres para prestar con un apalancamiento exagerado y las consecuencias son conocidas; y a pesar de que tras la reciente crisis, el Acuerdo de Basilea fue reformulado y fortalecido, Estados Unidos sigue por fuera de sus compromisos, al igual que se mantiene por fuera de la Corte Penal Internacional; del Protocolo de Kyoto, sobre calentamiento global, y ha suscrito sólo dos convenios de la OIT.
Por su parte, la Comisión del Mercado de Valores estudia con detalle lo ocurrido con la mencionada acción del banco, analizando los informes financieros enviados por el banco a sus accionistas. Incluso, el FBI inició una investigación preliminar en relación con esas millonarias pérdidas.
De modo que las maniobras financieras han sido las mismas, pero en este caso las autoridades han salido al paso para investigar los hechos. Ya que no pudieron prevenirlas... Ni evitarlas.
Adicionalmente, el presidente Dimon fue citado al Senado para rendir testimonio, en medio de críticas de sectores ortodoxos que lo califican de invasión política en el ámbito privado de los negocios, agregando que la transacción fallida no pone aún en peligro la estabilidad del banco ni se ha pedido un rescate.
Pero con las experiencias vividas, es sabido cómo termina la historia: La cascada de fallos contagia al sistema, los banqueros se declaran insolventes y los gobiernos acuden presurosos a salvarlos con fondos públicos. Y los banqueros se pagan prontamente sus comisiones con esa ayuda pública.
*Artículo publicado en la edición digital del periódico Portafolio – mayo 27 de 2012.
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