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Una política pública de adultez para Bogotá


Jorge Iván González, Director, Centro de Investigaciones para el Desarrollo (CID)Bogotá, mayo 07 de 2009 (Prensa CID). No cabe duda que la población adulta tiene más responsabilidad dentro de la sociedad, pero también tiene las mayores posibilidades para el ejercicio de las libertades, tiene el mayor desarrollo de la capacidad humana, mayor conocimiento y mejores posibilidades de entender el mundo.

Esas ventajas, a juicio de Jorge Iván González, director del Centro de Investigaciones para el Desarrollo (CID) de la Universidad Nacional de Colombia, deben ser articuladas a políticas públicas para que ese período de la vida sea más placentero y no cargado de angustias.

Actualmente, Bogotá está trabajando en la consolidación de una política pública para esta población, ya que por muchos años las preocupaciones de las administraciones distritales estaban concentradas en la niñez y para el adulto mayor.

González, quien hasta el año pasado fue el director del Informe de Desarrollo Humano para Bogotá del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), ha venido apoyando a la ciudad en la definición de dicha política, fruto de la cual la Alcaldía Mayor de Bogotá y la Secretaría de Integración Social, acaba de presentar el estudio ‘Adultez, horizonte de una política’.

En dicho trabajo el profesor González, analizó las condiciones socioeconómicas de la población adulta de la capital del país, principalmente en lo relacionado con su ingreso disponible y estructura de consumo, y con las condiciones de pobreza, indigencia y libertad. Según el director del CID, es necesario garantizar que los adultos tengan suficiente capacidad de pago para poder adquirir bienes y servicios. Si por ejemplo, un adulto cuenta con los recursos necesarios para pagar los servicios públicos que lo haga, pero en caso contrario se requiere una estrategia pública para garantizar estas necesidades.

Desde luego como cualquier política poblacional es difícil saber qué hacer y las especificidades que se requieren, sin embargo, la reflexión sobre la Política Distrital de Adultez debe centrarse en las especificidades del adulto.

Equipo de personas adultas en trabajo de campo. Foto: Ricardo GiraldoAhora bien, no es fácil dar respuesta a estos interrogantes ya que las condiciones culturales, sociales y políticas de los adultos son muy distintas. Por ejemplo, el ‘adulto rico’ tiene un conjunto de capacidades más amplio que el ‘adulto pobre’, lo que implica que la variable socioeconómica se vuelve preponderante. De igual manera pasa con temas como el empleo, el adulto empresario y el jornalero; el letrado y el iletrado, etc., indicó el profesor González.

Adicionalmente, es necesario pensar cómo esa política pública garantiza condiciones de acceso a los bienes y condiciones de desarrollo para ese momento de la vida; pero no mirándolas como políticas específicas de empleo o de subsidios, sino haciendo un balance entre todas las características que conforman el universo de cada persona.

González, advierte además, que en el tema de equipamientos sociales hay desigualdad, hay personas adultas que quisieran ir a cine y no pueden porque los teatros, centros culturales y demás sitios están muy lejos de sus lugares de residencia.

El académico llamó la atención sobre la importancia de ese momento de la vida y el apoyo que requieren para disfrutar y ejercer su libertad. El adulto no es la persona que trabaja 24 horas para sostener a los hijos, si no que también necesita espacio, tiempo y posibilidades de ejercicio de diversión y para eso necesita apoyo del Distrito.

Dentro de las recomendaciones hechas por el director del CID, está la necesidad de garantizar unos niveles de subsistencia mínima para todas las personas. Eso implica integrar la política de adultez a la de atención al grupo familiar, ya que si los niños van al colegio distrital o son atendidos por entidades públicas, eso implica una menor carga para los padres y mayores posibilidades de acceso a otros bienes.

Finalmente, González hace un llamado a la administración distrital para que revise las condiciones de la población que está por debajo de la línea de pobreza, que no pueden desarrollar sus potencialidades y cuya libertad es muy restringida.

Aunque la edad adulta es un momento privilegiado para el ejercicio de la libertad, las limitaciones económicas y las angustias ocasionadas por las carencias de las personas cercanas reducen considerablemente el margen de libertad de la persona. La intervención de los gobiernos nacional y distrital pueden aligerar considerablemente la carga de los adultos pobres, facilitándoles el acceso a espacios de libertad, puntualiza el director del CID de la Universidad Nacional de Colombia.