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¿Qué está en juego con la crisis griega?
 
Francesco Bogliacino
Profesor
Facultad de Ciencias Económicas
Universidad Nacional de Colombia
 
Grecia acaba de llegar a un acuerdo con el Eurogrupo en la dura negociación por el vencimiento del último préstamo recibido por el Fondo Monetario Internacional, el Banco Central Europeo (BCE) y la Comisión Europea (la llamada Troika) después de la crisis que en el 2010 la dejó al borde la quiebra. El acuerdo es de una extensión de cuatro meses a cambio de condiciones más flexibles.
 
La Troika quería que Grecia aceptara la renovación del préstamo, recibiendo la nueva tranche de 7.2 billones de euro y cumpliera con el plan de “reformas” impuestas. Entre los requerimientos, las instituciones internacionales piden un avanzo primario (diferencia entre entradas y gastos del Estado al neto del pago por interés) de 4.5% del PIB. Este implica seguir con políticas de austeridad en el medio de un panorama objetivamente escalofriante, con el desempleo al 26% y el PIB que se ha reducido de un cuarto respeto al máximo pre-crisis.  
 
El neo-gobierno griego ha sido elegido con un mandado electoral claro, el rechazo a la austeridad impuesta por los organismos internacionales. No pedía más plata, solo seis meses de tiempo para negociar un nuevo acuerdo. Para cumplir con sus electores propone tener más margen de maniobra por el lado de la política fiscal, implementando medidas sociales, que en parte ya introdujo, pero manteniendo un avanzo primario (es decir en un cuadro de responsabilidad fiscal).  
 
Como recordaba Martin Wolf en el Financial Times los préstamos a Grecia amontan a 226.7 billones de euro, pero la casi totalidad ha sido una partida de giro, que entró y salió para el sistema financiero, para cubrir pérdidas de los bancos, sobre todo alemanes, que se habían sobre-expuestos. 
Es un secreto a voces que la deuda griega no es exigible, y varias veces los mismos organismos han acordado un cambio de las condiciones de pago, manteniendo la cantidad nominal para salvar la cara. Los ingleses hasta tienen una expresión para eso: extend and pretend.
 
Siempre para recordar todos los elementos factuales, Grecia representa un porcentaje del PIB de la Eurozona del 2% (dato Eurostat del 2013), pero en este momento es el foco de las miradas de todo el planeta, porque de alguna manera comparte los problemas de toda la periferia del área Euro, y entonces puede crear un precedente que se multiplique rápidamente. 
 
¿Por qué se llegó a este punto muerto? La raíz del problema está en el defecto original del Euro, que con un poco de énfasis podemos definir como una moneda equivocada. En el entusiasmo por el proyecto europeo, que muchos veían como la única posibilidad de apaciguar los rencores y los choques nacionalistas que desde el corazón del Europa has sembrado lagrimas en muchos continentes, las clases políticas y las opiniones públicas de los países miembros de la Unión Europea confiaron que la moneda fuera el primer paso hacia una unificación política.
 
Cuando se entra en una área monetaria común es razonable preguntarse sobre los riesgos. El caso del Euro es un caso bien peculiar: al eliminar la tasa de cambio y unificar las políticas monetarias en mano al BCE, se pierden dos instrumentos discrecionales. Uno de los problemas de las economías es que los choques no impactan todas las áreas de la misma manera, porque dependen de la especialización productiva y de las características del mercado del trabajo, que por definición no son uniformes. Para poder volver a equilibrarse, se necesita que los factores sean muy móviles, que los precios (todos, salarios incluidos) sean muy flexibles, o que exista un mecanismo fiscal que permita transferir recursos desde las áreas con situación económica florida a las áreas con problemas. Esta es más o menos la situación de EEUU, donde una crisis en un estado activa transferencias entre regiones por parte del Gobierno Federal, donde los trabajadores se pueden reubicar fácilmente por razones de homogeneidad cultural y donde los salarios se ajustan rápidamente. Ninguna de estas condiciones se cumple en Europa, donde cien km abren la puerta a nuevos idiomas, nuevas religiones, nuevas costumbres; donde las poblaciones quieren un modelo social que socialice los impactos negativos y que garantice derechos sociales que sean invariantes al ciclo económico, y finalmente donde la unión política no existe.
 
Al juntar áreas con diferencia de competitividad muy diferente, come Alemania y países de la periferia (Grecia, Italia, Irlanda, España, Portugal) el resultado es que los desequilibrios no tienen por donde ajustarse. La situación de hecho empeoró cuando Alemania aprobó reformas muy dura del mercado del trabajo (paquete Hartz del 2004) que recortó la dinámica de crecimiento de los sueldos dentro del país abaratando los costos de las empresas. Los bienes alemanes resultaron ser muy baratos y la periferia empezó a comprar más benes de los que alcanzaba a pagar con sus exportaciones. El déficit promedio de balanza de pago para el periodo 2002-2010 de la periferia (cinco países) fue de 7.8 puntos de PIB, frente a un superávit alemán de cinco. La deuda externa privada crece de 64 puntos de PIB en Grecia, de de 85 en España, de 40 en Italia, de 46 en Portugal, de 123 puntos en Irlanda entre 2002 y 2010. 
 
Los bancos privados, alemanes sobre todo, son los responsables de esta ola de préstamos descuidados. El influjo masivo de capitales genera burbujas en los países de la periferia, el incremento de recursos generados por los precios de los activos (como la vivienda) permite gastar dinero en mercancías alemanas, para que las empresas hagan ganancias y los bancos que con esas empresas están entrelazados se beneficien. En 2008, cuando el colapso financiero de EEUU chocó pesantemente sobre el sistema financiero europeo, la música se interrumpió y a la fiesta siguió la resaca.
 
Los defensores del capitalismo suelen recordar que su regla básica es que cada uno es responsable de sus inversiones. Lo que el mundo vio en EEUU y Europa fue un fracaso completo y total del mecanismo de evaluación del riesgo: un colosal sistema de apuesta contra una pirámide, donde todos confían que puedan sacar la plata y irse antes de que el castillo de naipes se caiga. Al fracasar, las pérdidas de los bancos se socializaron y las deudas públicas de dispararon en toda la periferia, que además era llamada a recortar gastos y destruir demanda interna, para que no siguiera importando más de lo que exportaba (la austeridad). 
 
En este contexto, Grecia se encuentra a una restricción muy fuerte, si implementa políticas expansivas para reducir el desempleo alimentará el gasto privado con el riesgo de ir en déficit de balanza de pago. Pero los bancos griegos están todos al borde de la quiebra (90 billones de euro de cartera morosa de acuerdo a las estimaciones del Levy Institute de EEUU) y un incremento de la deuda puede derrumbarlos definitivamente. Sin contar que hay un proceso de fuga de capitales desde Grecia que JP Morgan cuantificó en 21 billones de euro este año. No le quedarían si no pocas semanas. 
 
Serviría una política expansiva de Alemania, con un incremento fuerte de los sueldos, para que sus trabajadores puedan gozar de los incremento de productividad. Política que Alemania no quiere implementar. Si Alemania no cede y la Unión Europea no cambia sus reglas internas (unión política), Tspiras deberá optar entre suicidarse políticamente, aceptando traicionar el mandado electoral y abrir la puerta a la derecha de Amanecer Dorado, o salir del euro, creando un precedente que derrumbaría en poco tiempo el edificio de la moneda común europea.