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PIB del 4,6% consuela pero no tranquiliza |
Aunque el Ministro de Hacienda considera que un PIB del 4,6% para el 2014 es algo positivo, por estar entre los mejores desempeños económicos de América Latina, Édgar Bejarano, profesor de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Colombia, afirma que se trata de un crecimiento de mala calidad, que no alcanza para superar los umbrales de pobreza y costear un proceso de paz. Bogotá D.C., 18-mar.-2015 (Comunicaciones FCE - CID). Si bien, en el 2014 el crecimiento del producto interno bruto (PIB) del país estuvo por debajo de las expectativas de los empresarios, el Gobierno y del Banco de la República, el Ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas, considera que es una cifra positiva dado el difícil entorno internacional. Sin embargo, para el profesor de la Facultad de Ciencias Económicas de la UN, Édgar Bejarano, se trata de un crecimiento regular que está lejos de tener la fuerza para llevar al país a los niveles de desarrollo que se necesitan.
“La cifra dada por el DANE, de un 4,6%, de alguna manera consuela pero no tranquiliza, y aunque el Ministro destaca que está entre los mayores crecimientos de América Latina e incluso del mundo, hay que mirar con detenimiento el contexto internacional, para entender por qué nos va relativamente bien”, asegura el académico.
En su juicio, es claro que si se mira a nivel regional, son varias las economías que en los últimos años enfrentan situaciones de inestabilidad política y de manejos económicos desafortunados que afectan su desempeño; un ejemplo es Brasil, que no está dando síntomas muy saludables. Por otro lado, está la caída de los commodities (petróleo y minerales), que no afecta por igual a todas las economías.
Cuando se hace la comparación en el contexto mundial, Bejarano dice que se observa una leve y desigual recuperación en los últimos años, en la que se destaca la reemergencia de Estados Unidos, el estancamiento de Europa y el pobre rendimiento de una potencia en desarrollo como Rusia (también afectada por el bajo precio de los minerales).
“Por fortuna, Colombia no es tan dependiente de los commodities, como lo es Perú. No hay que olvidar que en nuestro caso la minería no pesa más de un 7% del PIB, aunque tenga una importancia relevante en las exportaciones. El hecho es que es una economía pobre, cuyo crecimiento tendría que ser más alto para solucionar los principales problemas. Como sociedad tenemos compromisos enormes, como el proceso de paz, que requiere una economía sana y fuerte”, afirma el economista.
Considera, además, que el crecimiento del país es de mala calidad, debido a que no ha sido sostenido en el tiempo –los ciclos de auge son apenas de cuatro o cinco años–, y porque no está sustentado en unos sectores productivos respaldados en la innovación, la ciencia y la tecnología.
Sectores en contraste
De acuerdo con el informe del DANE presentado ayer, el sector más destacado fue el de la construcción con un 9,9%. “Es un espacio atado a lo financiero y lo inmobiliario, y estas actividades dependen bastante de la política pública, la cual en los últimos meses ha tratado de compensar el menor crecimiento del sector minero energético, con el empuje de la construcción. Cabe destacar que también juega un papel protagónico el impulso del Gobierno a las obras públicas”, manifiesta el profesor de la FCE.
Sobre si ese crecimiento sustentado en la construcción es bueno, malo o regular, Bejarano asegura que depende de cuáles son los encadenamientos que tiene el sector, qué tanta innovación involucra y qué cambios técnicos ha tenido para el contexto colombiano. “La historia evidencia que los países con un alto desarrollo han tenido un componente industrial importante que escalaron a sectores tecnológicos más complejos; no se quedaron en la manufactura básica, como le ocurre a Colombia. Lo mismo sucede con los servicios, deben estar asociados a avances para que generen encadenamientos con el resto de la economía”.
Un sector que sigue con un crecimiento mínimo es el agropecuario, con un 2,3%, a pesar de las perspectivas que tiene Colombia dada la vocación de sus tierras y la necesidad del planeta de resolver la seguridad alimentaria de la población. El economista concluye que es claro que el agro no puede ser visto como un elemento residual en el desarrollo nacional, más cuando el proceso de paz traerá para el país un nuevo análisis y gestión del campo para acabar con la enorme inequidad que allí existe.
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