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Por una economÃa menos cientÃfica y más humana |
Bogotá D.C., 24 de marzo de 2015 (Comunicaciones FCE - CID) ¿Qué es la economÃa? Según el intelectual argelino-canadiense Ómar Aktouf, es el ser humano en situación de intercambio. ¿Qué es la administración? Es la producción de lo que se transa en la economÃa. “Los dos conceptos están ligados y hay un denominador común: el hombre, una criatura de complejidad enorme”. Entonces, se pregunta, ¿por qué los economistas han tratado de simplificar y hacer abstracta esa complejidad? A lo que él responde: “porque quieren certidumbres, algo difÃcil en un campo lleno de incertidumbres como lo es la economÃa”.
Los asistentes a la conferencia se encontraron, el pasado 25 de febrero, con un economista radical en sus posiciones, con frases como “un mundo que camina sobre su cabeza” y “una economÃa con pretensiones cientÃficas como la fÃsica”. La charla, que marcó el inicio de las actividades que se llevarán a cabo este año por los 50 años de los programas de Administración de Empresas y de ContadurÃa Pública, de la Facultad de Ciencias Económicas de la UN, contó con una masiva asistencia de la comunidad académica.
Pero ¿cuáles son sus argumentos para decir que la economÃa está lejos de ser una ciencia positiva? Aktouf sostiene que al hombre lo rodea una gran contradicción: por un lado sabe que es un ser complejo cuyas interacciones no pueden ser explicadas exclusivamente a través de cifras. Por otro, quiere certezas y respuestas inmediatas y por ello acude a fórmulas y procesos que pretenden simplificar la realidad; no obstante, al buscar esa practicidad elimina cuestiones fundamentales como la ética.
El canadiense, quien trabaja como profesor titular en la Escuela de Altos Estudios Comerciales de la Universidad de Montreal, sostiene que desde Adam Smith (1723 – 1790) hasta Karl Marx (1818 – 1883) los conceptos de ética, pobreza, desigualdad e injusticia hacÃan parte integral del pensamiento económico; pero con el francés Léon Walras (1834 – 1910) la economÃa se comenzó a transformar, pasando de una filosofÃa social a una ciencia positiva sin preocupaciones éticas. Agrega que la primera hipótesis de Walras fue que la sociedad funcionaba como la mecánica de Isaac Newton; por eso, adaptó el vocabulario de Newton al de la economÃa y habló de una masa salarial corriendo tras una masa monetaria. Su otra hipótesis fue que la sociedad era como un electrón, que puede permanecer estable si tiene un portavoz (el subastador) que grita los precios de equilibrio de todos los mercados (desde salchichas hasta aviones), pero ubicándose fuera del mercado, como un observador.
“¿Cómo se puede hablar seriamente de los asuntos humanos solo con esas dos hipótesis, las cuales imperan dentro del pensamiento económico actual, sin que los profesionales del área las cuestionen? Es más probable encontrar a Buda que cualquier equilibrio del mercado, pues existe la pretensión de poder medir y prever el comportamiento del consumidor y de los precios con ecuaciones, ¡algo imposible!”, asegura el profesor Aktouf.
En su criterio, en la interacción humana existen infinidad de causalidades interconectadas que serÃan difÃciles de explicar a través de unas pocas convenciones o fórmulas –como se pretende en la economÃa ortodoxa–, que dejan por fuera análisis éticos y sociales trascendentales. Por eso, considera que el razonamiento económico actual se sustenta en verdades absolutas y falsos conceptos, que se han convertido en dogmas que nadie se atreve a refutar.
Crecer y crecer: algo imposible
Una de las mayores crÃticas del profesor Aktouf a las prácticas contemporáneas a nivel micro y macro es el objetivo de un crecimiento indefinido del producto bruto interno de los paÃses. “Eso es algo imposible si se tiene en cuenta que vivimos en un mundo finito”, enfatiza. Y lo ejemplifica de la siguiente forma: si se toma una tasa de crecimiento mundial constante del 4%, cada 15 años todos los bienes de la sociedad se duplicarÃan (aeropuertos, hospitales, edificios, autopistas), porque para crecer se necesita producir sin parar. “¿Se imaginan qué sucederÃa a finales del siglo XXI si Estados Unidos creciera al 4% sin parar?, pues harÃa regresar a Afganistán al tiempo de la piedra, pues de lo que se trata es de una transferencia de energÃa”. El saldo negativo siempre quedará para los más pobres y vulnerables.
Esa misma lógica opera en el ámbito corporativo: “existe una acumulación absurda que va en detrimento de las mayorÃas”, señala. Y para ilustrarlo, recuerda uno de los razonamientos de Aristóteles: “cuidado con la moneda, porque su lado bueno es el intercambio universal, pero su lado malo es la acumulación”.
Según Aktouf, el dinero fue el primer elemento en la historia que dio la ilusión de algo que se podÃa acumular de manera infinita y sin problema, al contrario de zapatos, trigo, aceite, u otros medios de cambio. “Pocos ven problema en acumular dinero, pero se olvidan que este mundo es finito, y lo infinito dentro de lo finito se traduce en destrucción”. De ahÃ, los problemas con el medioambiente y el deseo de explotar los recursos naturales como si nunca se fueran a acabar.
El académico utiliza el concepto aristotélico crematÃstica (krema: dinero y atos: acumular) para explicar lo que está ocurriendo en la economÃa occidental y lo visualiza como un “triángulo infernal”. Uno de sus lados es el crecimiento infinito y el crédito desmedido, “cuando la economÃa se convierte solo en finanzas y crea problemas como el de las burbujas inmobiliarias”. El segundo está representado por las teorÃas y las prácticas de la administración, utilizadas para maximizar el rendimiento del trabajo por unidad de tiempo; “esto significa que se explota y maltrata al trabajador con el pretexto de la productividad”. Y el otro lado es la codicia, que lleva a un pensamiento irracional, “a enriquecerse de forma absurda y de forma muy poco inteligente”.
Este triángulo es el que Aktouf critica de forma contundente y más cuando los gobiernos imponen ese modelo al funcionamiento del Estado. “La empresa privada está para vender y comprar en el mercado, hacer balances y generar beneficios y no se puede comparar con el papel del Estado, porque la salud o la educación no son oportunidades para hacer dinero. Por el contrario, es un derecho gratuito, asimétrico, total, sin ninguna esperanza de retorno”.
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