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Moneda, Economía Popular y Postconflicto
 
 
La moneda definida como un hecho social y una estructura simbólica asociada a una deuda de vida; la economía popular analizada como una categoría en pugna caracterizada por trabajadores desvelados por la deuda; y un escenario de postconflicto en Colombia, repensado sin perder de vista la importancia de lo espacial, fueron algunas de las ideas que se debatieron durante el Seminario Internacional ‘Moneda, protección social y Economía popular’.
 
 
 
Bogotá D.C., 21-nov-2014 (Comunicaciones FCE-CID) El evento, organizado por los grupos de Protección Social; y Socioeconomía, Instituciones y Desarrollo, del Centro de Investigaciones para el Desarrollo (CID), de la Facultad de Ciencias Económicas UN; y el Centro de Estudios Sociales de la Economía (Universidad Nacional de San Martín - Argentina), se llevó a cabo del 29 de septiembre al 3 de octubre en la FCE.
 
El encuentro académico contó con la participación de conferencistas como Bruno Théret (Francia); Roberto Sáenz, Concejal de Bogotá; Alexandre Roig (Argentina); Ariel Wilkis (Argentina); Pedro Luis Ramírez (Presidente de la CGT); Ernesto Paret (Argentina); Gabriela Olguín (Argentina); Agustín Vásquez (México); Jaime Marques Pereira, (Francia); Yves LeBonniec, (Francia). También incluyó tres paneles, dos conferencias y dos sesiones de diálogo e intercambio de experiencias con organizadores de vendedores ambulantes, en plazas de mercado. 
 
La moneda como objeto de estudio
 
En Colombia, las hay desde cincuenta hasta mil pesos y los billetes varían desde mil pesos hasta cincuenta mil. Tienen en su estructura desde imágenes de personajes claves en la historia del país, hasta animales como el oso de anteojos y la tortuga caguama. Las monedas, en especial, se usan para llenar la alcancía, comprar un tinto, completar el pasaje de un bus, etc. Pero más allá del uso diario, se ha preguntado usted, ¿qué es una moneda y cómo se puede pensar o definir el dinero?
 
Las posibles respuestas a esta pregunta las dio a conocer el profesor Bruno Théret, economista francés de la Universidad de Paris Dauphine, quién fue uno de los invitados especiales al seminario en el que se abordaron otras temáticas como la economía popular, los sistemas de protección social y los derechos sociales en el postconflicto. En su conferencia, ‘La moneda y sus usos. Elementos de una concepción heterodoxa del dinero’, el experto exploró varios acercamientos a una definición de ambos términos. 
 
Théret partió del pensamiento base según el cual, la definición de moneda es compleja debido a que ésta compromete el lenguaje. Es decir, es algo que se concretiza en un objeto (las monedas y los billetes) y en un sistema de objetos, en la medida en que funciona como medio de pago. El académico francés propuso, entonces, abordar la moneda en primer lugar como “un hecho social, total, con significaciones  antropológicas, políticas y simbólicas”. Pues, según él, no es la moneda la que es universal, sino el hecho monetario lo que la hace universal.
 
En segundo lugar, Théret abordó una definición más amplia del término, basada en la siguiente hipótesis: “la moneda es una estructura simbólica universal”, pues no tiene origen económico o político, sino simbólico y ese origen está asociado a la ‘deuda de vida’, entendida ésta como “una deuda ligada a la mortalidad humana. Pues, cuando el ser humano llega a la edad adulta, se siente endeudado frente a poderes soberanos. Esta deuda compromete el pago de sacrificio y se materializa a través del pago de impuestos”.
 
Adicionalmente, el economista francés explicó que las crisis monetarias ocurren cuando el régimen, las rutinas y las políticas no funcionan. Para comprenderlas, señaló que hay que partir del hecho de que la moneda como medio de reserva conlleva algunas contradicciones. Entre ellas, “la ambivalencia de sacarla de circulación cuando ésta está hecha para facilitar la circulación”. Es entonces, cuando según él, la tasa de interés entra a regular el nivel de reserva con el nivel de circulación, pero surgen las crisis, cuando la tasa de interés no logra regular ambos montos.
Además de la conferencia, durante el seminario, Bruno Théret participó en la presentación del libro ‘La moneda develada por sus crisis”, editado en francés por el experto internacional y, en español, por Óscar Rodríguez y Decsi Arévalo. El libro fue publicado por el Centro Editorial de la FCE y hace parte de la colección ‘Historia económica, social y política’. 
 
Los hijos del hambre de la economía popular
 
 
 
 
“Le decíamos economía popular porque era nuestra. Y creo que es una buena definición, es la economía que surgió del seno del pueblo y de su inventiva para sobrevivir”: Gabriela Olguín, de la Cooperativa El Adoquín de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (Argentina). 
 
 
 
 
“Diego Duarte iba a cumplir 16 años. Junto a la gente de su barrio iba todos los días a buscar materiales al relleno para venderlos. La policía, en función de restringir el acceso al lugar, lo mató. Su cuerpo quedó enterrado en la basura y nunca más apareció”, narró Ernesto Pareth, Coordinador del Programa con organizaciones de trabajadores cirujas en Relleno Norte III (Argentina) y uno de los invitados al evento. Su relato hizo parte de las experiencias que se compartieron durante el panel ‘Realidades y enfoques sobre la economía popular en América Latina’.
 
Según Paret, Diego era uno de los tantos trabajadores de la economía popular, definida por ellos como “un sector muy importante en nuestro pueblo, que hace un ejercicio económico, productivo, si se quiere, que vino para quedarse y no se va a ir”. 
 
Pero, ¿de qué se habla exactamente cuando se discute sobre economía popular? Los invitados y asistentes al seminario se dieron a la tarea de indagar al respecto. Por ejemplo, Alexánder Roig, del Instituto de Altos Estudios Sociales de la Universidad Nacional de San Martín (Argentina), señaló que “ésta es una categoría en pugna con aspectos significativos, como la ausencia de un patrón, de una relación fiscal significativa, y sobre todo, caracterizada por una desintermediación pública muy fuerte en la relación entre acreedor y deudor. Es decir, que la mayoría de trabajadores de la economía popular son endeudados y su sueño está desvelado por la deuda”.
 
Así mismo, Roig hizo énfasis en que el sueño de este tipo de trabajadores no se conecta con el sueño neodesarrollista ni con el neoliberal. “La economía popular, como verán, no es una discusión sobre un sector marginal de la población que habría que atender a través de políticas focalizadas o sociales. Es lo que está en juego en la dinámica del capitalismo en América Latina y en la política presente y futura de nuestros países”, afirmó. 
 
Precisamente, parte de esa dinámica en Latinoamérica fue expuesta también por Gabriela Olguín, de la Cooperativa El Adoquín de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (Argentina), quien compartió la experiencia de su organización durante el panel. Olguín señaló que “los trabajadores dejamos de pensar en solo resistir y empezamos a organizarnos gremialmente. El lugar que ganamos en la calle, las fábricas, los barrios, no lo queremos perder” y añadió: “le decíamos economía popular porque era nuestra. Y creo que es una buena definición, es la economía que surgió del seno del pueblo y de su inventiva para sobrevivir”. 
 
Por su parte, sobre los orígenes de la organización que coordina, Pareth y Olguín coincidieron en decir que “para nosotros fue muy fácil encontrar en la necesidad mía y del otro, una posibilidad colectiva. Nosotros somos hijos del hambre y eso nos ayudó, de alguna manera, a organizarnos”. 
 
Pensar el postconflicto en Colombia
 
 
 
 
"Según la Encuesta Nacional de Víctimas, los desplazados en Colombia ascienden, a partir de 1985, aproximadamente a 5.600.000 personas, de las cuales un 93% están en el sector informal": Juan Pablo Sandoval, del Grupo de Socio-economía, Instituciones y Desarrollo del CID – FCE.
 
 
 
 
El encargado de dar inicio al panel sobre ‘Protección social y postconflicto en Colombia’, otro de los encuentros centrales del Seminario Internacional, fue el profesor de la FCE, Darío Indalecio Restrepo, quien, en primer lugar, advirtió que para pensar el postconflicto hay que tener en cuenta “el  gigantesco desprecio sobre las causas estructurales de la violencia que existe en el país. Una de sus manifestaciones es la violencia que se organiza políticamente, como grupo armado. Pero, la caldera es la falta de derechos, las inequidades, las vulnerabilidades”. 
 
Así mismo, para Restrepo, si se trata de formular estrategias con miras a un posible acuerdo de paz es necesario tener en cuenta que Colombia tiene una altísima centralización y concentración del sistema económico y que pocas entidades territoriales concentran la mayor capacidad del producto interno bruto, del crédito, del empleo formal y de la población. Por ejemplo, “El Plan Nacional de Desarrollo no es nacional. Lo formula Planeación Nacional, que lo consulta con algunos de los sectores económicos del país. A nadie se le ha ocurrido pensar que el plan se debe construir nacionalmente. Debería haber un mecanismo de construcción desde todos los territorios”, propuso.
 
Por su parte, Carlos Suescún del Grupo de Socio-economía, Instituciones y Desarrollo del CID – FCE señaló que, aunque el logro sustancial de la negociación del conflicto armado sería “cambiar las formas institucionales de solución de conflictos mediante una vía armada a una forma institucional guiada por la participación democrática”, en el caso de Colombia, “no habrá transformación en materia económica, pues los acuerdos en La Habana dejan ver que las políticas posteriores no serían radicalmente opuestas a las del Gobierno en los últimos tiempos”. 
 
Ahora bien, si no se negocia un cambio sustancial en el modelo económico y de protección social, ¿cómo deben afrontar esa etapa poblaciones como la de los desplazados en Colombia, que según la Encuesta Nacional de Víctimas, ascienden, a partir de 1985, aproximadamente a 5.600.000 personas, de las cuales un 93% están en el sector informal?
 
Según Juan Pablo Sandoval, del Grupo de Socio-economía, Instituciones y Desarrollo del CID – FCE, a lo anterior se suma que “ha habido un proceso de empobrecimiento generalizado de las personas que viven en el sector rural. Por eso, si nosotros quisiéramos plantear propuestas, lo primero que hay que hacer es detener ese proceso”. 
 
Adicionalmente, Sandoval resaltó, entre los resultados hallados en la encuesta, que aunque las víctimas manifiestan que sus condiciones económicas  eran mejor en sus tierras, así como también las oportunidades de trabajo y de vivienda; los servicios de salud, educación y seguridad son, para ellos, mejores en las ciudades hacia donde se desplazaron, “lo que demuestra la debilidad del Estado Social de Derecho en el sector rural”, agregó. Al respecto, el profesor Darío Restrepo concluyó que para hacer propuestas alternativas para un país más incluyente, democrático y con mayor equidad necesariamente se requieren estrategias especiales, pues “si uno quiere tomar el postconflicto como oportunidad para una agenda democrática no puede perder de vista la importancia de lo espacial porque las clases se producen y se reproducen por las discriminaciones de acceso a los bienes, servicios, ingresos y derechos, espacialmente. Todo el sistema político está organizado de tal manera que reproduce la desigualdad en las potencialidades de la representación política”. 
 
Texto revisado por el profesor de la FCE, Darío I. Restrepo

 

 
Module CID Centro de Investigaciones para el Desarrollo

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