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Caída de precios del petróleo golpea a Colombia*

 

 

Serios riesgos trae para la economía del país una caída extrema en los precios internacionales del petróleo. El producto interno bruto (PIB) se reduciría en un 13 % para 2021, la inflación subiría al 1,8 % anual y el desempleo volvería al 12 %. El país debe desarrollar otros sectores económicos y aumentar sus exportaciones no tradicionales para disminuir su dependencia de la renta petrolera.

 

 

 

Por: Juan Camilo Ortiz, Jhonathan Higuera, Harold Huérfano y Camilo Díaz,

Unidad de Análisis del Mercado Financiero (UAMF) - Universidad Nacional de Colombia
 
Bogotá D. C., dic. 13 de 2014 (UN Periódico) En el 2014, el precio internacional del petróleo WTI (West Texas Intermediate) se ha mantenido en un nivel promedio de 97,73 dólares por barril. En junio alcanzó el precio más alto, 105,37 dólares, y en noviembre descendió bruscamente a 67,68 por barril, una variación negativa del 35,7 % en relación con su máximo anual.

Este comportamiento tiene aristas económicas y políticas. La primera proviene de la teoría económica, según la cual cuando un bien es escaso y muy demandado, su precio aumenta, pero si hay mucha oferta y poca demanda, se reduce. La segunda, con enfoque geopolítico, sugiere alguna conspiración entre Estados Unidos y Arabia Saudita contra Rusia e Irán, por los conflictos que han venido suscitando esos países.

Desde la oferta, son considerables varios aspectos: el incremento en la producción petrolera en Estados Unidos, que ha alcanzado los 8,5 millones de barriles diarios, el mantenimiento de la producción de Arabia Saudita y la búsqueda de nuevas energías como el gas natural.
 
La demanda, en contraste con la oferta, se ha visto rezagada por escenarios como la disminución del crecimiento económico de China y la débil recuperación económica de la zona euro.
 
Con la reducción de precios, las economías que importan este producto para transformar y generar bienes obtienen mayores dividendos. En contraste, las que producen una cifra más modesta y concentran sus exportaciones en el petróleo, como Colombia, son las más afectadas.
 
Las referencias más importantes de crudo (WTI y Brent Blend del Mar del Norte) han mantenido una alta correlación en cuanto al precio, pero desde mediados del 2010 se evidenció una clara divergencia, debido al aumento de envíos de crudo de Canadá a Oklahoma en Estados Unidos, así como al exceso de oferta por el aumento productivo en este último país, que provocó la caída del precio WTI. 
 
Economía colombiana en riesgo 
 
Para Colombia, además de los bajos precios actuales, se debe considerar que alrededor del 40 % de la producción es de crudos pesados, lo que aumenta los costos de refinación. El país está enfocado en la producción minero-energética, que representa alrededor del 60 % de las exportaciones, por lo cual la caída de precios es peligrosa para la economía nacional y para el Plan Nacional de Desarrollo (PND).
 
En la reciente investigación “Colombia frente a una destorcida en los precios del petróleo”, realizada por Hernando José Gómez para el PNUD, se analizan los efectos de un escenario en el que el barril de petróleo desciende a 60 dólares, como consecuencia del desarrollo de nuevas fuentes de energía, como el gas y el petróleo de esquisto en Estados Unidos y Canadá, y del aumento de la oferta mundial, en especial desde países que no son miembros de la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo), como México y Rusia.
 
Aunque se trata de una situación extrema, es pertinente advertir el efecto que tendría. Si se presentan precios tan bajos, se perderían hasta cinco años de progreso en la mejora de algunos indicadores sociales y económicos. Por ejemplo, se reduciría el crecimiento del PIB en un 13 % para el 2021, lo que representa 1,8 billones de pesos; la inflación subiría 1,8 % anualmente; el desempleo volvería a niveles del 12 %; y la tasa de pobreza alcanzaría el 31 % en el 2021, un 8 % mayor al nivel proyectado.
 
Con la disminución de ingresos estatales, tanto por tributación como por dividendos de Ecopetrol, el PND no se cumpliría. La reducción de las exportaciones, acompañada de una fuerte caída en la IED (inversión extrajera directa), depreciaría el peso hasta un 40 %, llegando a un máximo de 2.890 por dólar. Esta sobredepreciación sería el efecto más grave, por lo cual el Gobierno debe asegurar un monto adecuado de reservas internacionales. 
 
Estrategias de exportadores 
 
Los países exportadores están reevaluando sus políticas fiscales y buscando alternativas para enfrentar los bajos precios del crudo. Colombia ha venido aumentando la emisión de TES (título de deuda pública interna) en el mercado interno y prevé un mayor endeudamiento en el exterior para recaudar recursos, hacer frente al gasto público del 2015 y contrarrestar los menores ingresos recibidos del sector petrolero.
 
A nivel internacional, México aseguró sus ingresos del 2015, adquiriendo coberturas petroleras. Ha comprado Opciones Put (opciones de venta) que le dan el derecho a vender el barril de petróleo a 76,4 dólares, en promedio. La diferencia con los 79 dólares fijados en la ley de ingresos de la federación, en caso de que el precio se ubique por debajo de 76,4 dólares, se compensará con una subcuenta del Fondo de Estabilización de Ingresos Presupuestarios, con un saldo disponible de 7.944 millones de pesos mexicanos. Esta medida le permitirá asegurar los recursos provenientes de su producción petrolera.
 
Venezuela, entretanto, perdió el 30 % de sus ingresos en divisas en el último trimestre, por la baja cotización del petróleo. Analistas sugieren aumentar el precio de la gasolina, reconsiderar la política cambiaria y reducir el gasto público. El Ministerio de Relaciones Exteriores ha intentado estrechar relaciones con los países de la OPEP, para disuadirlos en decisiones que frenen la caída del precio del “oro negro”. Incluso, se ha hablado de una alianza con Rusia para tomar medidas conjuntas. 
 
Perspectiva a corto plazo 
 
En la actualidad, la oferta mundial de petróleo abastece plenamente las necesidades. La creciente producción en Estados Unidos, que pasó de 5 millones de barriles diarios en el 2008 a 8,5 millones en el primer semestre del 2014, más el aumento de la producción por fuera de la OPEP, la cual se prevé que crezca en 1,2 millones de barriles hasta el 2018, han generado excesos de suministros que han contraído los precios.
 
Por otro lado, en su reunión de noviembre, los países miembros de la opep decidieron no reducir su producción diaria y mantenerla en 30 millones de barriles diarios. Arabia Saudita, por ejemplo, ha dicho que cualquier acción tendrá que coordinarse con todos los miembros, pues un recorte unilateral afectaría su cuota de mercado en Europa y Asia. Kuwait y los Emiratos Árabes Unidos apoyan esta línea de acción. En contraste, Venezuela, Ecuador, Irán, Rusia y Nigeria abogan por una reducción en la producción, con el fin de apuntalar los precios.
 
La necesidad de mayores precios es imperiosa, en especial para países como Venezuela e Irán, cuyos presupuestos fiscales están anclados a precios altos del hidrocarburo, que les permiten financiar los elevados gastos gubernamentales o enfrentar restricciones en otros sectores exportadores.
 
La posición financiera vulnerable a los precios de las cotizaciones del crudo, que históricamente han sido volátiles, dista mucho de países como Noruega, Kuwait y Arabia Saudita, que en épocas de precios altos han ahorrado parte de la bonanza e invertido en el desarrollo de otros sectores económicos. Kuwait recibe hoy más divisas por sus inversiones de capital que por su producción petrolera, y Arabia Saudita posee reservas internacionales por 745.000 millones de dólares, suficientes para financiar hasta tres años de importaciones.
 
Colombia tiene una elevada dependencia de la renta petrolera y el Marco Fiscal de Mediano Plazo contempla precios de 99 dólares y una producción diaria de 1,1 millones de barriles, pero estos han caído a niveles de 68 dólares y 950.000 barriles.
 
El país debe desarrollar otros sectores económicos y aumentar sus exportaciones no tradicionales, para mantener el crecimiento a largo plazo, pues no es sostenible apuntalar la demanda agregada solo con mayor gasto del Gobierno, cuando sus ingresos empiezan a menguar.
 
* Artículo publicado en UN Periódico, edición No. 184 de diciembre 13 de 2014

 
Module CID Centro de Investigaciones para el Desarrollo

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