Investigadores del CID de la Universidad Nacional recomiendan diseñar esquemas de empleo público para aumentar la capacidad de pagos de los hogares en las localidades con bajos índice de calidad de vida.
Equipo Proyecto Análisis a profundidad de la encuesta Multipropósito
Centro de Investigaciones para el Desarrollo (CID)
Facultad de Ciencias Económicas
Universidad Nacional de Colombia
Bogotá, 28-jun- 2012. La segmentación de Bogotá en dos ciudades, una pobre conformada por los ciudadanos de los estratos 1, 2 y 3, y una opulenta conformada por los estratos 4, 5 y 6, exige un replanteamiento de las políticas públicas, en términos de la calidad de vida de los hogares bogotanos.
Así lo advirtió Oscar Fresneda, investigador del Centro de Investigaciones para el Desarrollo (CID) de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Colombia al presentar un estudio desarrollado para la Secretaría Distrital de Planeación en el cual se calculó un Índice de Calidad de Vida Urbana (ICVU) para Bogotá a partir de la información aportada por la Encuesta Multipropósito de 2011.
Según el estudio, es urgente que las condiciones de vida urbana para los estratos 1, 2 y 3 mejoren más rápidamente que las de aquellos ciudadanos de los estratos 4, 5 y 6, pues de lo contrario se podrían generar serias tensiones entre la población de las dos ciudades, deteriorando otros indicadores como los de convivencia y seguridad.
Estudios alrededor del mundo, han demostrado que es posible encontrar tolerancia a la desigualdad entre sectores y clases siempre y cuando exista la idea de que en algún momento esas brechas disminuirán. Para el caso de Bogotá, sin embargo, los promedios de los índices de las diferentes dimensiones analizadas por localidades muestran la gran desigualdad espacial al interior de la ciudad.
El índice de calidad de vida urbana (ICVU) en la capital del país apenas llega a 0,54, lo que muestra un déficit importante en términos de capacidades y libertades de los bogotanos, dado que un valor de ‘cero’ significa que se tienen las condiciones mínimas de todos los elementos examinados para expresar la calidad de vida y ‘uno’ capta la situación límite donde un hogar posee los valores máximos en todos los índices.
Las dimensiones que pueden estar explicando este resultado son: la calidad ambiental, la seguridad ciudadana, el ocio y la recreación, la no discriminación y la capacidad de pago. Según Jorge Martínez Collantes, otro de los investigadores del CID y autor del estudio, este resultado no es sorprendente dado que dichas dimensiones son las que presentan los valores promedio más bajos en términos de desarrollo y mejoramiento en la ciudad.
Los promedios de los índices y su distribución expresan limitaciones importantes en la calidad de vida de los hogares bogotanos. Por ejemplo, el índice de capacidad de pago es de 0,26 (el más bajo de todos, lo que supone un tarea prioritaria del gobierno distrital por encima de otras tareas) y los del indicador de ocio y recreación de 0,32, el de calidad ambiental de 0,53, el de seguridad ciudadana de 0,57 y el de educación de 0,59.
Sin embargo, Ignacio Gallo, también investigador del CID y autor del estudio, se mostró sorprendido con el alto valor del índice de movilidad (0,73), máxime cuando en los últimos años se han presentado graves atrasos en las grandes obras de infraestructura en la ciudad. De la misma forma, se destacan los índices de alimentación y salud (0,79), de condiciones de la vivienda (0,81), de equipamientos y dotaciones urbanas (0,73), de trabajo (0,63), solidaridad y asociación (0,80).
Diferencias en movilidad
El índice de movilidad, que mide la percepción acerca de tiempos de viaje con mayores desplazamientos (por estudio y trabajo), presenta valores promedio que aumentan con el estrato.
Esta situación se ve afectada por dos circunstancias: 1) que los hogares sin trabajadores o con trabajadores en la vivienda, en su mayor parte independientes, obtienen un mejor índice, y 2) hogares de los estratos altos son los que gastan un mayor tiempo promedio en desplazamiento al estudio en menores de 35 años, hecho que se relaciona posiblemente con su localización frente a los colegios privados y universidades, y con el uso del vehículo particular.
El 47,1% de los ciudadanos que se movilizan a sus actividades escolares lo hacen caminando, lo que muestra una relación cercana de los centros educativos con la población estudiantil mayor de 5 años. Y es justamente en las localidades que concentran un amplio núcleo de hogares con bajo nivel socioeconómico (Usme, Tunjuelito, Bosa, Kennedy, La Candelaria y Ciudad Bolívar) donde cerca del 60% de la población escolar usa este modo de transporte.
Mayor ingreso, menor solidaridad
Llama la atención que los índices de solidaridad y asociación, así como el de no discriminación, a diferencia de los restantes, disminuyen a medida que el estrato aumenta. Sin embargo, su comportamiento refleja una modalidad de las relaciones sociales característica de los estratos socioeconómicos bajos, que a través de formas de asociatividad encuentran apoyos para solucionar los problemas personales o económicos que afrontan. A través de redes sociales informales acceden a personas de contacto cercano, como amigos, vecinos, familiares u otros miembros del hogar, para facilitar la satisfacción de sus necesidades materiales.
Al mismo tiempo, se refuerzan aspectos referentes a las necesidades no materiales de sentido, pertenencia, afecto, amor y realizaciones primarias significativas. Pero, cuando aumentar el estrato socioeconómico crece la posibilidad de cubrir estas necesidades en el mercado dando una puntuación promedio inferior de dicho índice en los de niveles más altos.
Cambios en la estructura productiva
El estudio corroboró que los hogares bogotanos que poseen derechos de propiedad sobre un activo (capital, capital humano o riqueza financiera) tienen los mejores indicadores de calidad de vida en la ciudad. En efecto, los directivos, profesionales, técnicos y empleados tienen índices por encima del total de la ciudad (0,54).
Sin embargo, vale la pena resaltar que el índice para los obreros industriales está por debajo del total de Bogotá. Ello, a juicio de Moreno, puede estar reflejando los cambios de la estructura productiva de la ciudad, ya que en la actualidad los sectores de servicios pesan mucho más en el Producto Interno Bruto (PIB) que las empresas del sector industrial, las cuales poco a poco se han desplazado hacia fuera de la ciudad.
La brecha entre localidades
Al revisar la radiografía de los promedios del ICVU por localidad, los investigadores del CID de la Universidad Nacional encontraron un patrón más complejo que el índice por estratos, donde aparecen tres grupos claramente diferenciados.
El primero conformado por Teusaquillo, Usaquén, Fontibón y Chapinero, con índices que están por encima de 0,64; el segundo, más numeroso, que incluye a Barrios Unidos, Puente Aranda, Engativá, Antonio Nariño, Suba y Tunjuelito, cuyos índices oscilan entre 0,61 y 0,64; y, finalmente, el grupo de la mayoría con La Candelaria, Kennedy, Santa Fe, Los Mártires, Rafael Uribe Uribe, Bosa, Ciudad Bolívar, San Cristóbal y Usme, en donde el ICVU está por debajo del índice promedio de la ciudad (0,61).
Para lograr impactos positivos, rápidos y permanentes en estas localidades, Moreno le recomienda a la Administración Distrital diseñar esquemas de empleo público que permitieran aumentar la capacidad de pagos de los hogares. Con ello, el ICVU mejoraría directamente y es muy probable que otros indicadores críticos también lo hagan, puntualiza el académico. CID/JS
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