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| Economía y fútbol |
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Por Raúl Ávila Forero*, Profesor de la Facultad de Ciencias Económicas Universidad Nacional de Colombia Bogotá D.C., agosto 21 de 2015. Después de la insólita taquilla de USD 13,3 (unos 40.000 pesos) que se recaudó en el partido entre Atlético Huila y Alianza Petrolera, el pasado fin de semana en la sexta fecha de la Liga Colombiana, donde solo dos espectadores pagaron su boleta para ingresar a las gradas del estadio Centenario, de Armenia, es alarmante que un espectáculo que dice ser el ‘deporte rey’ no pueda costear siquiera en Colombia sus gastos de montaje.
Para nadie es un secreto que para la gran mayoría de los colombianos el fútbol despierta amores y odios, nos lleva al éxtasis y al, mismo tiempo, nos trae desolación. Es un deporte que, en ocasiones, se convierte en el centro de atención sobre el cual se crean debates no solo en el aspecto deportivo, sino también en lo político y económico, alejándole cada vez más de la verdadera esencia del juego.
Ya es costumbre que al finalizar las temporadas de las ligas más competitivas del mundo comiencen a surgir rumores sobre nuevos fichajes por parte de los clubes más poderosos, que cuentan con el músculo financiero y la chequera suficiente para ofertar importantes sumas de dinero por los futbolistas que más han figurado y por futuros talentos que son el foco de las miradas de aficionados de todas las partes del mundo. En el 2014, el fútbol alcanzó a mover la importante suma de USD 4.060 millones por concepto de fichajes, lo que supone un incremento del 2,1% con respecto al 2013, una suma que equivale al 10% de la deuda externa privada de Colombia.
La liga que más gastos tuvo para adquirir jugadores en el 2014 fue la inglesa, con un estimado de USD 1.142 millones, seguida de la liga española que empieza a jugarse en su temporada 2015-2016 este fin de semana, con sus equipos líderes Barcelona y Real Madrid, en la cual se invirtió la suma de USD 710 millones. La zona geográfica que comprende la confederación Europea UEFA, lidera el pódium de las confederaciones que más gastaron en el fichaje de jugadores alcanzando el 87% del dinero total tranzado.
Si bien, gastar tanto para contratar jugadores supone que los equipos pueden alcanzar un alto rendimiento tanto deportivo como financiero, lo que se puede observar es que esta premisa no siempre se cumple (Manchester City, Real Madrid, Boca Juniors en la temporada pasada), precisamente por el hecho de que el fútbol es un deporte colectivo que va más allá de las figuras individuales, en el cual se deben crear las estrategias necesarias para lograr un funcionamiento que maximice las cualidades de cada integrante y así lograr un mejor rendimiento como equipo.
Hoy día, gran parte de los equipos de fútbol mundiales están en riesgo de “Dutch Disease”, en la medida que puedan llegar a depender de un único jugador para obtener resultados deportivos favorables, que sumado al desperdicio de talento de los demás jugadores como consecuencia de una estrategia en función del “recurso estrella”, surge una alta probabilidad de fracaso en el objetivo de conseguir títulos que se reflejen en retornos de las inversiones.
De esta manera, lo ideal para lograr un buen desempeño de juego, sobre todo cuando se cuenta con una restricción presupuestal para la contratación de jugadores (como lo tiene la gran mayoría de equipos colombianos), es acudir a elaborar una estrategia táctica bajo un juego cooperativo que permita obtener las mayores ganancias en relación al número de partidos ganados.
Dolorosamente, son más las preocupaciones que se tienen día a día hacia el futuro del fútbol en el terreno netamente deportivo, pues al tener un comportamiento propio de un mercado, se encuentra sujeto a fallas que conllevan a capturas del regulador y desembocan en actos de corrupción, tal y como el que ha salido a la luz durante los últimos meses. Se ha sabido de una serie de sobornos por parte de empresarios a directivos de la FIFA cercanos a USD 150 millones durante los últimos 24 años, con el fin de adjudicar derechos de los torneos y diferentes actividades promocionales; el mercado futbolero manchado por el dinero.
La economía del fútbol colombiano
Hoy día, el fútbol colombiano no ha sido ajeno a aquella evolución económica vista en las últimas décadas; algunos equipos tradicionales del país se han convertido en grandes sociedades anónimas que cotizan en bolsa, generan utilidades y, por lo tanto, están dentro de los principales activos del portafolio de inversores nacionales e internacionales.
Transformación que en términos económicos ha sido beneficiosa para las instituciones que han visto como una restructuración de su sistema organizacional se ha convertido en mayores márgenes de ganancia, trasparencia, sostenibilidad financiera y, por ende, mayor confianza para los inversionistas. Como bien lo señala la Superintendencia de Sociedades, en 2014 los equipos colombianos registraron utilidades por $2.892 millones de pesos, cifra que a nivel mundial no es alta, pero que demuestra una mejora financiera de los equipos nacionales que en su mayoría venían de saldos rojos durante los últimos años.
Lastimosamente, esta visión de mercado es cortoplacista pensada en liquidez inmediata; los socios mayoritarios ven en los miles de seguidores una oportunidad de lucro de manera eficaz mediante la venta de boletería, artículos deportivos referentes al equipo, derechos de televisión y venta de jugadores promesa.
Tanto los jugadores nacionales como los aficionados sienten cada vez más pasión y entusiasmo por jugar y ver a los equipos internacionales, claramente por cuestiones de marketing, lo que lleva a perder afinidad por el fútbol colombiano que tantas alegrías nos ha dado. Cabe recordar el Millonarios de la época de El Dorado, el Atlético Nacional con la Libertadores del 89, el América de Cali de la década de los ochenta, por mencionar algunos, que tanto reconocimiento dieron a nuestro país internacionalmente y que les permitió surgir a los mejores jugadores en la historia del fútbol colombiano. Hoy día, el optimismo recuperado por la Selección Colombia de Mayores, tanto en categoría masculina como femenina, logran permear la notoria y cruda realidad de nuestro rentado nacional.
Aunque es inevitable que un deporte tan importante como el fútbol no tenga relación directa con el mercado y los negocios, es vital hacer un llamado a los que tanto les gusta este deporte, para volver a los inicios, donde la pasión y el amor a la camiseta era lo primordial, donde los equipos de fútbol no se medían por su valor en el mercado ni por el precio de sus jugadores, sino por su historia, su hinchada y su tradición de juego. Y aquellos que ven en el fútbol un simple negocio, bien pueden dedicarse a especular con su capital y su dinero, y no con la pasión de millones de hinchas que llevan en las venas el amor por la pelota, algo que no se debe manchar.
* Con apoyo de William Escobar y David Quitián, estudiantes FCE UN.
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