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Trabajo informal gana terreno en Bucaramanga

 La capital de Santander figura como una de las ciudades del país en las que existe mayor ocupación laboral; sin embargo, un alto porcentaje corresponde a actividades informales. Es un fenómeno que tiende a crecer, según el estudio ‘La economía informal y el desempleo: el caso de la ciudad de Bucaramanga (Colombia)’, cuyos resultados fueron publicados en la edición 55 de la revista Innovar enero - marzo, publicación de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Colombia.

 

Bogotá D.C., 25 de marzo de 2015 (Comunicaciones FCE - CID)  La informalidad laboral se afianza cada vez más en las calles de Bucaramanga, lo que evidencia una menor capacidad de la ciudad para crear puestos formales; además, es ejemplo de la realidad que estarían afrontando otras grandes capitales con un alto subregistro del subempleo. Así lo refleja el estudio realizado durante 2013 por Gloria Isabel Rodríguez, profesora de la Facultad de Ciencias Económicas  de la UN, y por Mayda Alejandra Calderón Díaz, investigadora egresada de la Universidad Industrial de Santander.
 
La capital santandereana suele ubicarse entre las ciudades con menor tasa de desempleo del país (9,4% entre noviembre de 2014 y enero de 2015 según el DANE). Si bien, desde el 2003 se comenzó a registrar un descenso de la informalidad, con un mínimo histórico de 62% en 2009, la realidad muestra que de cada 10 empleados, 4 son formales y 6 informales, de acuerdo con la entidad estadística estatal; estos últimos no tributan ni aportan al sistema de seguridad social.  
 
En entrevista con Comunicaciones FCE-CID, la profesora Rodríguez indicó que la población bumanguesa desempleada opta por lanzarse a la calle en busca de ingresos para subsanar necesidades básicas propias y de sus familias, y esto ha llevado a que se conformen aglomeraciones de trabajadores informales en varios puntos de la ciudad, que invaden el espacio público y afectan la imagen y la seguridad de la ciudad.
 
El estudio halló que cerca del 80% de la informalidad (puestos callejeros o casetas improvisadas) se sitúa cerca de donde se asienta la economía legalmente constituida. Asimismo, que la mayoría de vendedores informales reciben entre uno y dos salarios mínimos legales vigentes. Respecto a la edad de estos subempleados, la mayoría está entre los 32 y 40 años, un rango de edad en el que es más difícil obtener un puesto formal, debido al interés de las empresas por contratar mano de obra joven y barata. 
 
Se encontró, además, que el capital invertido, en la mayoría de los casos, es aproximadamente de menos de un salario mínimo legal vigente, debido principalmente a la falta de recursos propios y de préstamos bancarios, así como a la incertidumbre de retorno de capital que generan los negocios informales.
 
Círculo vicioso 
La administradora de Empresas con Doctorado en Ciencias Económicas de la FCE aclara que, si bien son diversos los motivos que empujan a las personas a trabajar en la calle, muchos se acostumbran a este tipo de vida porque no tienen que tributar ni estar sujetos a los descuentos de ley que finalmente llevan a percibir menos de un salario mínimo; mucho menos quieren cumplir horarios. En las encuestas detectaron casos de personas dueñas de hasta tres o cuatro chazas, que ocupan a otros sujetos sin ninguna garantía laboral.     
“Es claro que la informalidad, que lleva al subempleo, subsiste y aumenta en Bucaramanga, como seguramente está creciendo en el resto del país, con todos los problemas que produce en movilidad, seguridad y bienestar para las personas que trabajan en la calle. Se detecta, además, que  en muchos casos es rentable tener esta clase de negocios”, dice la investigadora Rodríguez. 
Añade que se observa un círculo vicioso con tres protagonistas: por un lado, están las personas cabezas de hogar que no pueden dejar morir de hambre a sus familias y necesitan buscar medios de subsistencia. Por otro, los comercios formales, que tributan y tienen una clara desventaja frente a los precios que se dan en la calle, algo que desestimula la creación de más negocios formalmente constituidos; y se suma el Estado, que ha sido incapaz de limitar esta clase de subempleo. “La idea no es llevar policías y sacar a la gente de los andenes, sino crear y poner en práctica estrategias económicas y sociales que disminuyan, prevengan y finalmente logren erradicar  el fenómeno”. 
 
En el estudio se estableció que entre los años 2009 y 2013 la tasa de ocupación en Bucaramanga presentó una tendencia a la baja, siendo del 51% en el 2009, y que en el transcurso del año 2013 la ciudad ha presentado un mayor dinamismo de la informalidad, gracias a los vacíos presentados en la economía formal y a la incapacidad de la misma para absorber la fuerza de mano de obra de la ciudad.
La profesora Rodríguez asegura que esta clase de estudios de caso pueden servir a los gobiernos para afinar sus políticas públicas y dar una mirada más detallada de las realidades de las regiones del país.
 
 

 

 
Module CID Centro de Investigaciones para el Desarrollo

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