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40 años de desindustrialización y aún sin políticas para el sector


La economía colombiana viene experimentando una caída en términos de producción y empleo en el sector industrial desde hace varias décadas. Aunque este fenómeno conocido como desindustrialización no es exclusivo de nuestro país, el comportamiento en los últimos 10 años ha generado gran preocupación entre académicos e investigadores, porque no es claro que existan políticas que tiendan a mejorar esta situación. Así lo destaca Óscar Benavides, profesor de la Facultad de Ciencias Económicas de la UN, quien añade que los últimos gobiernos poco han hecho por fortalecer el sector, por lo que llevará años su recuperación. 

 

Bogotá D.C., abril 21 de 2015 (Comunicaciones FCE - CID). Institucionalidad, seguridad jurídica, reglas claras y eficaces de competencia y, principalmente, una alta dosis de innovación con el apoyo activo de la academia, son algunos de los elementos que debería contemplar una política industrial seria y de largo plazo para hacer frente a la gradual desindustrialización que sufre el país desde hace cerca de 40 años, asegura Óscar Benavides, profesor e investigador de la FCE de la UN.
 
Aunque la caída del renglón manufacturero responde a diversos factores económicos, políticos y sociales, para el docente es evidente que las autoridades económicas de Colombia no han sabido responder eficazmente a esos cambios. De hecho, en lugar de tratar de recuperar al sector industrial como base del crecimiento, tanto a nivel interno como externo, optaron por realizar políticas de internacionalización: apertura y TLC que a cambio de solucionar el problema de la parálisis industrial, lo acentuó. 
 
“Hay que analizar dos perspectivas. Por una lado, un estancamiento del sector industrial desde hace varias décadas y que es característico de todas las economías del mundo, por la aparición de otros renglones económicos. Y por otro, en casos como el de Colombia, un decrecimiento en términos de la cantidad de bienes producidos y del empleo generado”, explica el economista. 
 
La diferencia, añade, es que en el primer caso las naciones no descuidan su base industrial, sino que la fortalecen con valores agregados a partir de ciencia, tecnología e innovación, lo que ayuda a mantener un mercado laboral estable en torno a las industrias. “En los países desarrollados la industria nunca ha dejado de ser un pilar de la economía, aunque no tenga el mismo tamaño en el PIB que otros sectores”, puntualizó el profesor Benavides. En el segundo caso, por el contrario, la innovación es inexistente y la pérdida de puestos de trabajos es altísima así como la extinción de empresas. 
 
Asimismo, considera que la crisis manufacturera en el país se vio más postrada debido a un creciente interés por una política de internacionalización de la economía en los años noventa, en la que el objetivo no era brindar al mundo la producción industrial local, sino ofrecer la enorme cantidad de commodities. Siguió una etapa de tratados de libre comercio (TLC) que contribuyó a que el sector continuara en continuo decrecimiento. 
 
“Este proceso se agudizó en los últimos años como consecuencia de la apreciación del tipo de cambio. Era más barato importar que producir acá, y muchos industriales dejaron de fabricar en el país por las condiciones desfavorables y optaron por importar y comercializar”, sostiene el economista de la UN.   
 
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Desde una perspectiva histórica, el académico recordó el trabajo de doctorado realizado en la Facultad de Ciencias Económicas de la UN por el experto Édgar Moncayo, en el que demostró que la industria dejó de crecer muy pronto (el auge solo duró cuatro décadas entre 1930 y 1970) y no logró consolidar una base para que la economía creciera más rápido. “Eso, sumado al hecho de que en los últimos veinte años hay una vocación hacia el mercado externo, ha hecho que el crecimiento de la economía colombiana sea fluctuante y dependiente de factores como el petróleo y otros commodities. En cualquier escenario, sea que la economía crezca mucho o poco, la industria siempre decrece tanto en términos relativos con respecto a otros sectores y en términos absolutos, con preocupantes consecuencias”, dijo el profesor Benavides.
 
Édgar Moncayo ya había explicado algunos de los factores por los que el crecimiento nacional había perdido dinamismo en el último cuarto del siglo XX: el incremento del crimen, la violencia y las actividades del narcotráfico a partir de los años ochenta; el modelo equivocado de desarrollo derivado de la aplicación del Consenso de Washington; los errores en el manejo de las políticas de ajuste macroeconómico (tasas de interés, tasas de cambio y gasto público); instituciones de baja calidad, retroceso en la educación en todos sus niveles e insuficiente capital social, entre otros. 
 
En opinión de Benavides varias de esas debilidades siguen presentes, lo que aleja aún más al país de su periodo de mayor crecimiento industrial, entre las décadas de los cincuenta y los setenta, tiempo durante el cual, según la investigación de Moncayo, la industria manufacturera creció por encima del PIB total nacional (7,05% y 5,07%, respectivamente). 
 
Son cifras distantes a las registradas entre la mitad de los años ochenta y la mitad de la primera década del nuevo milenio: industria 1,88% y PIB nacional 3,50%. Y aún más lejanas de los resultados del 2014, donde la industria solo creció un 0,2%, mientras el PIB total fue de 4,6%. Según el Boletín Técnico del DANE*, el año pasado el leve crecimiento industrial estuvo jalonado por las bebidas (4,5%) y los productos minerales no metálicos (3,3%). En tanto que cayeron productos de madera (20,1%) y productos de la refinación de petróleo (8,7%). Como se observa, la industria de valor agregado no aparece. 
 
Con el cambio del panorama económico nacional y latinoamericano (menor crecimiento, dólar elevado, materias primas que cotizan a la baja y sin una oferta productiva de alta calidad, innovadora y competitiva internacionalmente), el Gobierno colombiano vuelve a hablar de política industrial para revertir casi cuatro décadas de desdeño frente a este sector. 
 
Para el profesor Benavides el reto será enorme debido a la debilidad crítica del ramo, la inexistencia de una política industrial de Estado, la poca coordinación entre los ministerios y la falta de un perfil industrial nacional que le permita a Colombia ser reconocido en el mundo, así como Alemania lo es por producir autos de alta gama, Japón por su tecnología robotizada, el sudeste asiático por sus microcomponentes o California (EE. UU.) por su Silicon Valley.
 

 

 
Module CID Centro de Investigaciones para el Desarrollo

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